jueves, 13 de enero de 2011

Ensayo sobre la importancia del entorno en la personalidad


Tal día como hoy, mientras paseaba a mi perro, habiéndome leído los apuntes y habiendo asistido a las presentaciones de mis compañeros, me preguntaba sobre qué hacer el ensayo, cómo enfocarlo, en definitiva, qué contar.
A 5 minutos de mi casa, está el parque donde paseo a mi perro y justo en frente existe un barrio cuyos habitantes son la mayoría de etnia gitana. Mientras Wilson, mi perro, paseaba, yo estaba observando a dos muchachos (de etnia gitana), que jugaban en los columpios y a su madre, una mujer de gran tamaño, que les observaba sentada en un banco. Mientras tanto a mí se me han ocurrido un par de ideas sobre cómo hacerlo. 

En primer lugar me surgían dos preguntas: ¿Hasta qué punto está el ser humano determinado por su dotación genética y el ambiente en el que éste se desenvuelve? Y otra, ¿realmente se puede cambiar esa herencia genética y ambiental, y por lo tanto, evolucionar en el ámbito de la personalidad?
Quizá fruto de mi optimismo personal me niego a pensar que estemos determinados por nuestra genética y por el ambiente. Y digo esto porque si no, desde mi perspectiva de futuro psicopedagogo, con un toque Roussoniano, mi visión sobre la Educación sería realmente frustrante. Bien es cierto que tienen una gran importancia la familia, y por consiguiente la genética, y el contexto en el que las personas crecemos. Pero también me parece que por el simple hecho de existir tenemos un gran potencial y podemos luchar contra aquellos aspectos que pueden ser menos boyantes en nuestra personalidad.

Un ejemplo muy característico, el que se me ha ocurrido en el parque, podría ser el del Lute (Eleuterio Sánchez Rodríguez), que creció en una familia merchera, de naturaleza muy similar a la gitana, sin ningún tipo de cultura, entendiendo ésta como Educación, y en la que tampoco se le inculcaron unos valores certeros.
Éste comenzaría a delinquir a los 7 años quitándole un bocadillo a un niño para saciar su hambre. Posteriormente sería condenado a 6 meses de prisión por el robo de 2 gallinas y finalmente sería condenado a la pena capital, que posteriormente conmutaría por cadena perpetua, por atracar una joyería y que su compañero matara al vigilante de seguridad.

Tras este breve repaso sobre su vida podemos observar que el ambiente en el que se desarrolló no era el “ideal” para un joven que está comenzando su vida. Sin embargo, ante la pregunta de Marina Bernal, una conocida periodista, sobre “¿qué hacía en la cárcel?”, él no dudó en responder “Tenía muy claro mi objetivo y era hacer gimnasia, para sentirme bien, y estudiar. Cuando descubrí la cultura me dije, esto es lo que me ha faltado toda mi vida. Me hice una especie de predicador para transmitirle a los míos, a los mercheros los conocimientos que adquirí” (Eleuterio Sánchez Rodríguez).
Él es consciente de que nadie le dio la oportunidad de formarse, de adquirir una cultura, de cambiar lo que sería su destino, de conseguir evolucionar y cambiar la vida que le esperaba. Según afirmaban Helson y Moane (1987) “el cambio en la personalidad se produce como consecuencia de las normas sociales que son distintas según la edad, rol y estatus de las personas; y que conllevan distintas expectativas y diferentes aspiraciones que afectan a la propia identidad personal”. Esto es lo que, en mi opinión, le sucedió al Lute cuando se vio en la cárcel, tuvo tiempo para reflexionar y para plantearse tener unas aspiraciones distintas a las que había tenido hasta ese momento, que se basaban más en sobrevivir.

Quizá fue sumamente traumático para él, incluso pudo desarrollar una fuerte reactancia psicológica, ya que él se sentía profundamente libre y el hecho de  tener que estar entre rejas, con la consiguiente falta de libertad, hizo que luchara con más fuerza si cabe. Sin embargo, esto le ayudó a reflexionar, a preguntarse qué había hecho mal y cómo podía cambiarlo. Pues bien, consiguió estudiar la carrera de Derecho por la UNED y cuando en 1981 le concedieron la amnistía no volvió a delinquir, sino que se ha dedicado a dar conferencias por todo el mundo. Sin querer ser el centro de atención mediático, sino buscando aportar lo que, a base de palos, había aprendido durante su vida. Algo que podríamos relacionar con la teoría de Colom (1998) y las premisas que estableció sobre genética conductual. Podemos deducir que el Lute poseía una gran genética, con un insaciable instinto de supervivencia debido a su situación marginal de la infancia.

Lo que pretendo transmitir con esto es que, como comentan Block y Robins (1993) “Los cambios en la personalidad tienen relación con las características de personalidad antes del cambio”. Se observa que su personalidad era la de un luchador, que ha conseguido sobrevivir a pesar de toda la presión y todo el revuelo mediático que se provocó a su alrededor, siendo utilizado en ocasiones como chivo expiatorio del régimen franquista. Lo que me lleva a pensar que la herencia genética y el ambiente son fundamentales pero existen alternativas, no hablo de la cárcel por supuesto, pero creo que por medio de la cultura, por medio de la Educación, se puede cambiar esto.

La personalidad es dinámica. Es algo que vamos formando y cambiando a medida que pasan los años; generalmente mejorando, como en el caso del Lute; o empeorando, como en el caso de otras personas que a lo largo de su vida han vivido llenos de amargura y frustraciones. Por ejemplo, un padre de familia que lleve ésta como una dictadura, en la que su opinión pese sobre la del resto, aquel hombre que si no le salen las cosas como él quiere entra en cólera y crea un clima de terror. Igualmente, esto podría venir de lejos, si tomamos la visión de Caprara y Cervone (2000) “En unos individuos los rasgos de personalidad pueden estar determinados fundamentalmente por efectos genéticos, mientras que en otros individuos sean los factores ambientales los determinantes” ya que quizá él creció en ese ambiente, o podría haber tenido grandes problemas psicológicos que le resultaran traumáticos, o bien podría tener una mala herencia genética. Pero en vez de intentar evolucionar, al sentir que nadie le llevaba la contraria, él mismo se ha auto-convencido de que lo hace todo bien.

En segundo lugar, mientras Wilson se daba sus últimas carreras, e íntimamente relacionado con lo anteriormente expuesto, se me ocurría que podía hablar sobre los trastornos de la personalidad porque se trata de un tema que me resulta especialmente llamativo y cercano.
La razón es que tengo una prima que presenta, según el Manual de Estadística y Diagnóstico de los Trastornos Mentales (Ruiz Caballero, 2003), un “Trastorno Límite de la Personalidad” y puedo hablar en primera persona sobre ello porque he convivido largas temporadas con ella, al igual que puedo relacionarlo con el tema de la herencia genética y el ambiente.

Comentaré brevemente su situación personal para poder establecer mis propias relaciones y reflexiones sobre su caso.
Se trata de una chica que actualmente tiene 23 años y, a mi modo de ver, se comporta como si tuviera 15 (aproximadamente). Ella es adoptada debido a que su madre (adoptiva) no podía tener hijos, por lo que se desconoce cuál es la familia de procedencia, ya que si ella no quiere saberlo, que no quiere, no hay forma de dar con ella. Y según testimonios de mi familia, dicen que ya desde bebé “era un poco rara” porque era excesivamente delgada, al contrario que todos los bebés y porque nunca quería comer, algo que va contra la naturaleza humana: cualquier cachorro animal hace que su propio instinto le motive a comer.

Posteriormente tuvo un desarrollo relativamente normal en el que yo conviví con ella casi hasta la adolescencia, porque era la única prima de mi edad y porque nuestros padres tenían una muy buena relación. Sin embargo yo siempre observaba que su madre la trataba como si fuera mucho más pequeña, un ejemplo: yo tenía 8 años y ella 7, se encontró 5 pesetas y su madre le dijo “¡Qué bien! Para comprar leche, pan, carne…” Y yo rápidamente dije que no, que “con eso sólo podía comprar un chicle”. Todavía recuerdo la cara de mi tía guiñándome un ojo como diciéndome que no le quitara la ilusión a mi prima. Aunque parezca una anécdota poco significativa, yo interpreto que sus padres nunca la otorgaron ningún tipo de responsabilidad, ni la dejaron un mínimo índice de autonomía. Además, a los 4 años de edad, una psicóloga recomendó a mi tía que lo mejor era decirle que era adoptada, momento en el que, según mi familia, la niña dio un gran retroceso.

Actualmente su única motivación son los chicos, salir, socializarse, en definitiva, tener amigas y un novio. Algo que podemos considerar normal, pero su gran problema radica en que es incapaz de establecer relaciones personales mínimas. Además no presenta ningún tipo de interés en los estudios, ni en trabajar, ni prácticamente en vivir.
A todo esto debemos sumarle un problema de “tricotilomanía”, que consiste en arrancarse pelo de todo el cuerpo, por lo que está prácticamente calva y tiene que ir con peluca. Normalmente cuando la vida le va, relativamente bien, porque tiene un grupo de amigas y ha conocido a algún chico, deja que le crezca algo, pero cuando sufre alguna decepción (que las sufre muy a menudo) vuelve a quitarse todo el pelo.

Pues bien, en mi opinión, mi prima ha sufrido un exceso de protección durante su infancia y adolescencia, algo que la ha hecho profundamente insegura, posiblemente debido al problema de mi tía de no poder tener hijos. Además de querer ser siempre el centro de atención, pero no de un modo creativo, siendo simpática, contando anécdotas; sino auto-flagelándose. En las reuniones familiares tiende a sentarse en un rincón y no hablar o a irse a dormir para que el resto estemos pendientes de ella, ya que cuando se la hace caso y alguien va a hablar con ella, acostumbra a mostrarse muy cercana y a interactuar de un modo relativamente normal.

Según mis (escasos) conocimientos sobre psicología de la personalidad, podría llegar a pensar que ella ha entrado en un proceso de indefensión aprendida, de la que es incapaz de salir. Se ha auto-convencido de que ella no vale para nada y que no puede hacer nada bien y lo que la lleva a comportarse de esa forma es la baja autoestima y autoconcepto que tiene. Algo muy relacionado con la teoría de la autoeficacia de Bandura, está convencida de que no va a tener éxito en sus conductas, por lo que no consigue obtener los resultados que ella realmente desearía, y es que se cree incapaz. Y por supuesto, una bajísima, por no decir ausente, motivación de logro de la que hablaría Murray en 1938. Ya que ella no sólo no pretende tener éxito en todos los aspectos de su vida, sino que no consigue tenerlo en ninguno de ellos.

Esto mismo, relacionado con el tema de la genética, no podemos establecer unas relaciones claras, ya que desconocemos cuál es su familia de procedencia. Pero si tomamos los estudios sobre niños adoptados de Loehlin, Willerman y Horn (1985), veremos que debe guardar una gran correlación su dimensión de actividad y sociabilidad (no se evaluó la dimensión emocional) con sus padres biológicos. Por lo que si esto fuera cierto, nos podríamos hacer una idea de cómo eran éstos.

Lo que sí queda claro es que el ambiente en que ha crecido ha sido en una familia acomodada, cuyo padre trabajaba siendo el máximo responsable de los servicios jurídicos de un conocido banco y su madre tiene un alto cargo en el Ministerio de Trabajo, sin faltarle ningún tipo de atención por parte de ambos, teniendo infinidad de posibilidades a su alcance. Aunque quizá haya sido ese el gran problema de su desarrollo: el no apreciar nada de lo que tenía, ya que en muchas ocasiones era demasiado.

El gran problema es que, en mi opinión, ha comenzado a enfrentarse a la vida hace relativamente poco, los problemas que todos hemos pasado durante la adolescencia, las crisis de personalidad, los palos que hemos recibido, las dificultades que nos hemos ido encontrando… Ella ha empezado hace apenas 3 años, con la consiguiente dificultad que ello conlleva. Debido, como ya he comentado, al exceso de protección por parte de sus padres.

Hemos observado dos casos que podrían considerarse opuestos, pero que a mí me resultan muy significativos y considero que son directamente relacionables porque en el del Lute, éste ha conseguido reinsertarse en la sociedad proviniendo de una familia bastante marginal. Mientras que el segundo caso, mi prima ha tenido muchas más facilidades y lo que está intentando es eso, conseguir integrarse en la sociedad, a pesar de las dificultades que ha tenido. Por supuesto que no se puede pensar que ambos casos son iguales, puesto que mi prima tiene un problema psicológico importante y el Lute no, pero desde el primer momento, paseando a mi perro, tenía claro que quería reflexionar y relacionar ambos casos.
Por ejemplo, yo observo que en el caso del Lute, éste poseía una buena herencia genética, el ambiente no era el más adecuado, pero se observa que, tanto físicamente, como psicológicamente, poseía unos muy buenos genes. Sin embargo, en el caso de mi prima, sólo hay que verla físicamente: es muy delgada, bastante enclenque y no tiene un físico excesivamente fuerte, algo que se puede relacionar con su salud mental.

Por ello, considero que no existe una sola teoría que englobe la importancia genética y ambiental con el cambio de personalidad. Creo que cada situación particular es la que determinará el nivel de desarrollo que las personas obtendrán a lo largo de su vida. Depende de muchos y muy diversos factores y existen diferentes alternativas o teorías, por ejemplo las de Colom (1998) que expliquen dicha evolución.

Por último me gustaría hacer una breve síntesis sobre lo que ha significado la asignatura para mí.

Creo que puedo comprender mucho mejor en qué consiste la personalidad, ésta es la totalidad del individuo humano y estaría relacionada con aspectos emocionales, con otros cognitivos y con otros motivacionales que determinan el comportamiento del ser humano, como hemos podido estudiar a lo largo del cuatrimestre. En ella existen determinados rasgos que desarrollarían más ampliamente los tres aspectos que acabo de comentar.

Por supuesto, no me considero un experto, sino que he comenzado ahora este aprendizaje psicológico. Me continúan surgiendo un gran número de preguntas con respecto a la personalidad, que poco a poco confío en ir aclarando y aprendiendo.

Más allá de la nota que pueda obtener en dicha asignatura, quizá por tratarse de una carrera de segundo ciclo, me quedo con todo lo que he aprendido, con las relaciones que he desarrollado con mi vida cotidiana y con las ganas de continuar formándome en años sucesivos sobre aspectos psicológicos, que me resultan realmente interesantes.

BIBLIOGRAFÍA

RUIZ CABALLERO, J. A: Psicología de la personalidad para psicopedagogos Madrid: Sanz y Torres (2003).

No hay comentarios:

Publicar un comentario